La extraordinaria habilidad, constancia y trabajo de su gente, le han convertido en un importante centro de artesanías de prestigio internacional, aquí se encuentra gran diversidad de artículos preciosamente elaborados. Cuenca ciudad con historia, cultura y progreso. La candidez de sus habitantes, las manos de sus artistas y artesanos, han hecho de Cuenca ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Historia
Si bien su fundación española data de 1557, cuando era Virrey Hurtado de Mendoza, y su independencia en 1820, su historia se remonta a muchos siglos atrás, ya que en el mismo sitio estuvo la famosa población de Tomebamba, cuna de Huayna Capac, que mandó edificar suntuosos templos y palacios, cuya magnificencia ponderan los cronistas, pudiéndose hasta hoy advertir las grandes proporciones de ellos por los vestigios que quedan en diversos sitios
Cuenca tiene una gran soltera castellana. La ciudad, llamada en realidad Santa Ana de los Ríos de cuenca, conserva todavía su tipismo arcaico, con las calles pavimentadas de piedra volcánica y su arquitectura española, enmarcada por los alrededores en donde aflora un tipismo ambiental de subido atractivo y belleza cromática. Tal la bella zona del río Paute, su hermoso puede blanco llamado " El Vado" y las aguas cristalinas y sonoras del Tomebamba, del Tarqui del Yanuncay, y del Machángara, todo ello da a Cuenca una belleza extraordinaria , a cuya sombra florece una intensa vida intelectual, de la que es el más calificado exponente su gente, que es amable y cordial.
La ciudad goza de intelectualidad de renombre bien extendido en el campo literario y en el científico. En cuanto a las industrias, son debidamente apreciadas dentro y fuera del Ecuador, por la calidad de los artículos que produce, entre los que es el más conocido el sombrero de paja toquilla, elaborado totalmente a mano.
En resumen, Cuenca es una ciudad tranquila, de sanidad envidiable, alegre y atrayente, trabajadores y progresista, que cuenta con todos los recursos y halagos que la vida ofrece al hombre. Y, para complementar ello, sus habitantes son afables y hospitalarios, con la sencillez e hidalguía propias de su temperamento que rebosa en cordialidad.
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