Cuando
Sheru, de 6 años, tomó un tren en 1987 en la estación india de Khandwa no podía
imaginar la peripecia iba a vivir hasta regresar a su casa 25 años
después.
Después de mendigar todo el día en la estación, Sheru y su hermano
mayor tomaron un tren que supuestamente les llevaría de vuelta a casa. Pero se
equivocaron de tren y se quedaron dormidos.
Diez horas después estaban en un lugar desconocido del inmenso país.
Durante un mes intentó volver a casa, casi muere ahogado en las
aguas del Ganges y estuvo cerca de ser víctima de un abuso por un hombre que
trató de venderlo como esclavo. En un momento dado su hermano desapareció.
La India es un país maravilloso y densamente poblado. Siempre hay
gente en todos los sitios. Una de las cosas más fascinantes del país son los
medios de transporte. De una rueda. O de dos, tres, cuatro, cinco o seis.
Tirados por motor o por hombres (como los célebres rickshaw a pedales) o por
bueyes o por caballos o burros o camellos. Familias enteras viajan en una
Vespa. El transporte por carretera es lento y tedioso. Uno de los legados de
los ingleses fue lared
de ferrocarriles. Miles de kilómetros recorren la India. Trenes
exquisitamente puntuales. Bien organizados. En las estaciones suben los
vendedores ambulantes con su mercancía. Chai, chai, dicen los que ofrecen té.
Chai, chai. Los trenes son la mejor forma de desplazarse, sin duda. Tienen
vagones con distintas clases lo que permite viajar a muchas personas sin
recursos. Como en el caso de Sheru.
Fue recogido por una ONG y declarado niño
perdido. Una pareja australiana lo adoptó, le dio un nuevo
nombre, Saroo Brierley, y lo llevó a vivir en Australia. Sus padres adoptivos
siempre le animaron a buscar a sus padres biológicos.
Estudió en la Universidad de Canberra y montó un negocio en
Hobart, Tasmania. Pero nunca olvidó su origen. Mantenía vivos sus recuerdos y
en concreto la estación de tren de Khandwa y sus alrededores y buscó y buscó en Google
Earth hasta que
la encontró.
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